Dos patitos
Dos patos se han instalado a vivir en mi mirador, entre los verdes carnosos de plectranthus thunbergii, las afiladas lanzas de la drácena marginata, el fulgor bético de epipremnum aureum y un puñado de plantas crasas sin nombre, de lantanas aún sin flor y de orquideas que ya nunca las darán.
Dicho en latín todo suena más exuberante, hasta mis modestas plantas del dinero, las drácenas que amarillean juiciosamente y el poto más a prueba de bombas que he conocido.
Con todo, lo de los patos no me dirán que no es sorprendente.
© foto: Carol Romero
Dicho en latín todo suena más exuberante, hasta mis modestas plantas del dinero, las drácenas que amarillean juiciosamente y el poto más a prueba de bombas que he conocido.
Con todo, lo de los patos no me dirán que no es sorprendente.
© foto: Carol Romero
2 opinan
Cuando vivíamos en Ourense, en un par de ocasiones, encontramos en el balcón una vacaloura (creo que en español se llama ciervo volante). Vivíamos en un cuarto piso y hasta ahora nunca dejó de asombrarme que hubiesen llegado hasta allí. Debían de sentirse bien.
Mis patos son un poco más literarios que reales. Aun así, se les va cogiendo cariño. También buscan su acomodo.
Responde