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Geopolítica

 
A mí esto de la geopolítica siempre me sonó a cosa rancia, de oficiales de estado mayor con bigotones y analistas con culos de vasos en los despachos del Circle. Pero imagino que tiene algo que ver con que no estamos tan lejos de los otros como a veces creemos. Yo, en estos días, me siento dolorosamente cerca de esos palestinos invadidos por enésima vez y masacrados, pero algo también de los israelíes que creen que preparar la guerra es el único camino para la paz.
    También recuerdo que la entrada de los EE.UU. en la Gran Guerra de cuyo final hace ahora 100 años se produjo con la excusa de las muertes de inocentes pasajeros en un buque comercial, el Lusitania. Como los casi 400 inocentes del MH17 (ya no ponen nombres como los de antes)  a los que alcanzó un misil de una guerra ajena sobre el cielo de Ucrania. Y me pregunto si no estaremos en vísperas de algún cataclismo grande.
    Mientras tanto, los dioses siguen sonriendo caprichosamente a algunos de sus súbditos.

© foto: Vintag

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Revistas


   Últimamente, me saluda por las mañanas JotDown, una revista digital pintona que rara vez leo pero que siempre me quedo con ganas de leer. Y confieso que es sobre todo por la esmerada selección de fotos en blanco y negro con la que asoma cada mañana a mi CaraLibro.
   Lo cuento aquí por si ustedes se animan a echarle un ratito.
   Yo mientras, me iré unos días de vacaciones.

© foto: Robert Capa

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Suiza desde arriba


Sobrevolar Ginebra te permite distinguir  sobre la ventanilla izquierda el formidable lago Lemán, mientras que al mirar por la de la derecha estallan las cumbres infinitas de los Alpes.

A la vuelta es al revés, claro.

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Epítetos




Una vez me tachó de intransigente alguien que resultó ser insignificante.


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(E)Lecciones

 

Cuando le he contado a mi hijo pequeño que habíamos perdido las elecciones me ha dicho.

--Podía haber sido peor...
--¿Ah, sí?
-- Podíais haber ganado.

A veces nuestros hijos nos dan lecciones de sabiduría. 
Si además no vinieran con cuatro suspensas ya sería la hostia. 

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Cambios

   Hace diez años, cuando este blogo aun era pequeñito, publiqué una foto tomada cerca de la basílica de Atocha donde se veía, en pequeñito, a los futuros reyes en el día de su boda. Hace unas semanas, por las mismas razones que entonces, me acerqué junto a la fuente de Neptuno para ver pasar el coche del recién estrenado rey y tomar unas fotos. 
   Diez años. La de cosas que han cambiado.
   La menor de ellas, seguramente, la cara que ha de iluminar nuestras monedas.


© foto: Eme Hache

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Junio

    Por diversas razones, junio suele ser un mes atareado en el trabajo. Y eso hace que las publicaciones en esta Casa de la Brillantina se resientan. No siempre importa, pero lo cierto es que este ha sido un mes cargado de acontecimientos, casi todos gozosos o al menos de cierta emoción, incluyendo una abdicación y una proclamación, unas elecciones reñidas (y perdidas) en la empresa, un viaje a Berna, un pregón en un pueblo serrano, una fiesta de cincuentenario con profusión de boletos, un final de curso con resultados más que aceptables para mi hijo mayor (y algo menos que aceptables para el pequeño), enfermedades y convalecencias familiares, un encuentro profesional divertido, el cierre de un proyecto de televisión y unas cuantas cosas más. Incluido un fallecimiento particularmente doloroso.

   Eso sí, sigo sin cobrar el trabajo que desempeñé entre octubre y mayo de este año.
   A ver si en julio toca.

Adioses

 
Hay muertes que nos sacuden fuerte, aunque en apariencia nos toquen lejos. Mari Cruz Seoane era profesora, amiga de la familia, gallega como mi madre, mujer vital como mi madre, dueña de una de esas risas potentes que hacen tambalearse a los pomposos en sus endebles pedestales. Alguien que decía que el humor es la cosa más seria de la vida. Viuda del que quizá fue el más cercano de los amigos de mi padre: aquel de quien jamás le oí decir nada malo a ese hombre que tenía alguna pega hasta para su sombra.
   Entenderán de qué va esto.
   Hay muertes que reabren otras fosas.
   Y te entristecen el doble.
© foto: Uly Martín

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