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Tantos años (reloaded)



   
Tantos años después, en la isla que perdió el meridiano, charlamos ante el mar y unas cervezas como si las tardes en el parque de Berlín fueran cosa de antesdeayer.
    Qué vidas tan distintas. Hijos crecidos, una casa que has levantado con tus manos huesudas, un hombre igual de pegado a los huesos y de pegado al suelo, la cena a la luz del crepúsculo hasta que se desvanece, tus músicas, la gente de acá, la comida que nace a tu sombra. Todo tan distinto a lo mío, tan lejano. Tan de verdad, lo tuyo, tan querido, tan luchado, tan a contracorriente.
    Lo mío es otra cosa, claro.
    Por un momento, dudo si preguntarte otra vez por qué, en tiempos de los que no queda casi ni el eco del recuerdo, me dejaste.
    Es tan evidente, que me da la risa.
    La risa de la alegría de volverte a ver.





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Adverbios (reloaded)







Bruscamente es un adverbio de (mal) modo.
Lejos es un adverbio de (otro) lugar.
Siempre es un adverbio de (demasiado) tiempo.








©   foto: Nacho Guadaño 



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Haddock (reloaded)


haddock     De los personajes de ficción con los que me identifico --y creánme que si no hay identificación se pierde mucho del disfrute-- hay varios que me ahorraré contarles, para no regalarles una carcajada gratis. Nada me impide meterme --enfrascado en los fotogramas de una peli o en las páginas de un libro-- en el pellejo audaz de mis héroes favoritos, hombres de acción muchos de ellos, tan lejanos de mi yo real que la comparación no es sólo odiosa sino --me consta-- ridícula.

      Pero lo del Capitán Haddock sí puedo contarlo. Porque este marino borrachín, malencarado, artífice y difusor de un selecto muestrario de exabruptos, nada de fiar para asuntos delicados pero radicalmente leal a sus amigos, torpe y perezoso, desastrado en el vestir y desastroso en las relaciones sociales, alma de cántaro plagada de  vicios, violento y brutal a veces, misántropo a medias y misógino a tiempo completo, duro con las espuelas pero blando con las espigas, desdeñoso de los trinos de una Castafiore insoportable pero tal vez enamorado en secreto del ruiseñor del Milán, buen burgués que no duda un instante en hacer el petate cuando la ocasión lo exige y echarse a recorrer el mundo en compañía de ese listillo entrometido que es Tintín, este Capitán Haddock, digo, es  finalmente un hombre de una pieza, de los que se visten por los pies.

     Yo soy Haddock, y no crean que es sólo la barba y la afición a los cuellos vueltos.

      Sólo me falta Moulinsart
© Ilustración : Hergé

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Ellos (reloaded)


Te roban el sueño, asaltan a degüello tu preciado silencio, saquean un tiempo libre increíblemente menguante, podan tu libertad de movimientos a la escala del bonsai, siembran en tu ánimo inquietudes y miedos inimaginados, despiertan al policía que dormía en tu interior, erizan a la vez tu susceptibilidad y tu mal genio.
Pero también reabren para ti los pasadizos de la imaginación, te ablandan el corazón hasta volverlo de nuevo humano, reinventan la lógica aplastante, te devuelven la llave del arcón de los juguetes, dinamitan las fronteras de lo posible y te recuerdan a cada paso todo aquello a lo que jamás debemos renunciar: la caricia, la risa, la ilusión, la fantasía y el juego.

Son máquinas de generar vida. Inagotables. Agotadores. Sumamente recomendables.
Aún creen que se puede negociar con el ratón Pérez.

© foto: JotaHache

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Décimo aniversario

 

    En un par de meses este blogo celebrará su décimo aniversario. Ya hace tiempo que hubo que cambiarle el subtítulo a estas (ahora) ocurrencias de un cincuentón. Muchas cosas han cambiado en estos años: el diseño original del calvo de arriba dio paso a la sobria elegancia de esta plantilla salida de los cinco dedos de la mano de DosDedos, la frecuencia de los textos ha ido raleando, y también se ha reducido el número de los comentaristas habituales, hoy un selecto puñado encabezado por mi querida Peke y la maga Jaio.  Echo de menos a muchos; tanto, que me resisto a mencionarlos por sus nicks. Pero sé que la vida pasa, y seguir en el mismo sitio es la mejor forma de quedarse atrás.
   En estos años  ha cambiado de arriba abajo la blogosfera (¿sigue llamándose así?), mejorada en diseños y variedad pero aquejada cada vez más de profesionalismo y sin duda acosada por las nuevas plataformas: twitters, facebooks y demás. Pero más ha cambiado mi propia actitud ante el invento. La mezcla inicial del entusiasmo del explorador, el cálido sentimiento de comunidad y la fascinación por el medio, junto con no pocas asignaturas pendientes en lo personal, hicieron que estas Ideas Brillantes desempeñaran un papel importante en mi vida durante muchos años. Luego, las cosas fueron cambiando, y hace años que el blogo es una faceta apreciada pero marginal en mis días. Supongo que eso se nota también.
   Hace mucho tiempo que tengo claro que este blogo lo escribo, sobre todo, para mí mismo. Lo cual no quiere decir que no quiera compartirlo, y mucho. Y con muchos. Pero eso no me quita el sueño.
   Lo otro que tengo claro es que quiero que siga presente en mi vida. Y que ya que no destacará por su brillantez --insisto, esa cualidad siempre fue meramente física en este blogo--, por sus estadísticas o su profundidad, al menos competirá por el podio de la longevidad. Estos diez años me colocan en la parte alta de la tabla, y ahí aspiro a seguir.

   Para conmemorar la década, se me ha ocurrido ir revisando el archivo del blogo, y rescatando aquello que aún me parezca que merece la pena. Eso iré haciendo en las próximas semanas. Y tal vez vaya a buscar a alguno de los antiguos invitados, por ver si quieren pasarse a saludar. Y no sé si alguna otra cosa.
  Lo dicho. Que queda oficialmente inaugurado este pantano. Las celebraciones, quiero decir.
 
   
© foto: Eme Hache

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