Maquillaje
Hay algo conmovedor en ver a una mujer maquillar a otra. La que se deja hacer, más inexperta, desvalida, cierra los ojos y deja hacer. Sonríe, aunque es la que mueve el algodón o empuña el perfilador la que manda. Hasta manda callar, si llega el caso.
Luego, la magia del momento de abrir los ojos y buscarse en el espejo debajo de esa cara que es y no es la suya.
No pude dejar de preguntarme ¿para quién?
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