Goces
De los placeres de la infancia recuerdo con viveza las visitas a la peluquería, siempre en sábado por la mañana, siempre entonces una peluquera que derramaba aromas de perfume espeso. La tijera aliviando la presión del cabello mojado, clic-clac, los ojos cerrados para no perder detalle, clic-clac, el peine subiendo a contrapelo nuca arriba, clic-clac.
Pocas sensaciones de abandono como aquella.
Luego, el tiempo, la caida del pelo y un mal entendido espíritu práctico me acostumbraron a cambiar las visitas a la peluquería --esas barberías de barrio de barberos desganados con olor a loción Floid-- por una maquinilla doméstica y el seductor clic-clac de las tijeras por el chirriante bzzzzz de las cuchillas. Ahora en ratos libres, en solitario frente al espejo del baño.
Como volver a masturbarse después de haber conocido los goces del sexo compartido.
© foto: George Schnossagle Nepal.
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