Tierra batida
A veces me sorprendo evocando, sobre la pista, los partidos que vi disputar de crío, en aquellos clubs de tenis donde aún era obligado vestir de blanco y en los que siempre había un bar donde nos cobrábamos la cocacola que era nuestro premio por ver --el mundo al revés-- jugar a los mayores. En muchos de esos clubs aún se jugaba sobre tierra batida y por eso, no puedo evitarlo, el polvo rojo sobre unas zapatillas blancas representa para mi la quintaesencia química del tenis.
Con el tiempo, he llegado a ser un practicante asiduo pero mediocre de este deporte-juego, aunque ya rara vez en tierra. Como espectador, hace años que dejó de divertirme la competición sobre pistas rápidas, donde todo se resuelve en un saque de espeluznante potencia y un par de raquetazos. Me quedo a lo sumo a ver a las chicas, con un juego menos rotundo pero más vistoso.
Hoy, asistiendo desde el televisor a una lucha sin tregua ni cuartel entre Nadal y Paul-Henri Mathieu, he recordado que esa tierra roja simboliza la sangre que late bajo una cancha de tenis.
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Etiquetas: Culturas
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