Señales de vida
En estos días --meses, supongo, ya-- ando como volado. Entre la adaptación a los cambios, los agobios de trabajo y algo también con el dinero -- que me sienta fatal, después de tantos años libre de esa preocupación-- y cierto sentido de necesidad de encontrarme a mi mismo, de aprender a reconocerme en el nuevo espejo, la verdad, ando volado.
Lo noto en algún abandono de cosas que me importan, aunque en diferente grado: cierta desidia respecto al trabajo, pereza infinita para agarrar el teléfono y quedar con los amigos, el mantenimiento de este blog.... Hay al menos una buena amiga a la que le debo una carta tan larga que me da miedo que se haya olvidado hasta de esos atrasos; otra que está tan embarazada y exultante (y guapa) que me gustaría plantarme a la puerta de su casa a compartir el gozo; varios más que me necesitan pero respetan esta vena taciturna; una partida de póker pendiente desde hace meses; dos o tres invitaciones a cenar que nunca se concretan. Estar sin ADSL en casa tampoco ayuda, pero es verdad que me proporciona tiempo que dedico a leer, a escribir, a jugar con los enanos. Por cierto, que a alguno sé que le interesa: Primeras Nieves progresa. Mucho: pronto habrá envíos.
Poco más: echo de menos parte de mi vida electrónica de antaño, pero la necesidad de encontrarme un hueco pesa más. Estoy bien: algo autista, pero sereno y feliz. Creánme: no se mete uno en fregaos para estar peor de lo que estaba.
Pues eso. Que tenía ganas de contarlo.
© foto: Piero Fornasetti
Etiquetas: Introspecciones, Sentimientos
1 opinan
Me alegro, amigo.
Anónimo a las 10:20 a. m.Responde