Envejecer
El paso de los años va dejando un rastro de cadáveres. Un rastro que engorda según vamos haciéndonos mayores, acumulando pasado y recortando las expectativa de futuro. Al llegar a la vejez, imagino, el rastro es tan abrumador que a algunos se les hace invivible. Como decía Philip Roth, la vejez no es una batalla, es una masacre.
En realidad, esta reflexión ceniza que acabo de soltar tiene un desencadenante bien trivial. Al salir de la ducha he recordado la vieja barra de desodorante Firdrak que había en casa, con la que empecé a aliviarme los sobacos en las mugrientas mañanas de la adolescencia. Y me ha venido a la cabeza que igual que enterramos abuelos, maestros, padres, tíos lejanos y cada vez menos, amigos, colegas, en fín, ya saben, el habitual carnaval de difuntos, también dejamos atrás productos que nos acompañaron muchos años: las botellas de cocacola de medio litro de mi infancia, ese desodorante en barras, la malta soluble Eko, el Ervasil-Lac para la acidez, el Cuatro-L que conocí en tres avatares, las camisas con hombreras... Algunos de esos productos --como los Bonys y Bucaneros, o las cocacolas grandes-- vuelven y nos sorprenden a traición como una magdalena de Proust pasada por el departamento de marketing. Otros a anuncian su retirada a poquitos, volviéndose cada vez más inencontrables en el comercio, como mi jabón de sales de La Toja. Unos cuantos, a Dios gracias, se resisten a irse; sinceramente, no sé que desayunaré el día que dejen de fabricar el Nescafé y las maría de Fontaneda.
El rastro no es sólo de cadáveres humanos. Aunque éstos sin, sin comparación, los que más duelen.
© foto:Taringa
Etiquetas: A nuestro alrededor, Ocurrencias, Reflexiones, Sentimientos
4 opinan
Si es por el jabón de sales de A Toxa, puedo hacerte un envío. ;)
peke a las 7:54 p. m.Por cierto, bienvenido al club. :)
peke a las 7:55 p. m.¿Al club de los consumidores de productos difuntos? :)
MH a las 5:43 p. m.Al club de los cincuentones. ;)
Peke a las 9:04 p. m.Responde