Optimismo
Entre las muchas sandeces y atrocidades que oye uno estos días al hilo del Plan Ibarretxe, no puedo evitar pensar que hay un serio motivo para el optimismo: ETA lleva un tiempo sin matar, y es probable que lo haya dejado para siempre.
En el silencio de las pistolas y las bombas estoy seguro de que influyen un montón de malas razones: entre ellas el horror del 11-M, que les obligó a mirarse en el espejo de la barbarie ajena. Otras no sé si tan malas: el acogotamiento financiero, la persecución policial, la crisis de vocaciones, la evolución de Irlanda, tal vez la deriva del PNV. A saber.
Lo que sí sé es que es posible que las próximas elecciones, o quizá las otras, un montón de gente podrá sacudirse de encima los guardaespaldas. Sacudirse el miedo seguramente cueste más, pero es un primer paso. Esperanzador, creo yo.
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