Magia
Por un momento, arroja al suelo, rabioso, la bicicleta.
--Nunca, nunca, nunca voy a aprender a montar sin ruedines.
Le dejo que respire. Y me alejo. Vuelvo al rato con la botella de agua.
--Te he dicho que no voy a montarme.
--Sólo te ofrecía un poco de agua.
Vuelvo a retirarme. Se queda dándole vueltas al pedal, con la rueda en el aire, observándola girar, ensimismado. Luego, al cabo de diez minutos largos, da la vuelta a la bici, la pone sobre el asfalto del paseo, monta, se impulsa y empieza a dar pedales.
Son cincuenta o sesenta metros de un tirón. Cincuenta metros de magia en estado puro.
1 opinan
Lástima que para conseguir, primero hay que desesperar.
K a las 8:34 p. m.Responde