miércoles, noviembre 30, 2005
Hernández: En la variedad está el gusto.
Fernández: Yo diría aún más. A mi me gusta variar.
Esposa de Hernández: A éste lo que que le gustan son varias.
Esposa de Fernández: Y a éste los
variantes .
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lunes, noviembre 28, 2005
Itang, Etiopía, cerca de la frontera con Sudán

"Durante unos años hubo aquí un campamento con más de ciento cincuenta mil nueros refugiados de la guerra sudanesa. Estaban aquí hasta hace apenas unos días. Y hoy no hay más que vacío. ¿Adónde han ido? ¿Qué les ha pasado? Lo único que turba la quietud de estos lodazales, lo único que se oye, es el croar de las ranas, un fuerte clamor de anuro, enloquecido, espeluznante, ensordecedor."
(Ryszard Kapuscinski, Ébano)
Si me impresionó espercialmente este pasaje fue porque yo he oido ese clamor de anuros. Al caer la tarde --al caer una tras otra las tardes de finales de agosto-- , al alivio de la brisa del Atlántico oloroso, hordas de ranas asaltaban las sendas de grava volcánica de un rojo oxidado, intenso con la humedad que traía los aromas mareantes de una vegetación que permanecía abotargada mientras brillaba el sol. Por millares, de todos los tamaños, croaban y se dejaban apartar del camino. Una patada bien calibrada, si no quería uno dejar a su paso un rastro de cadáveres aplastados. Habia algo de inquietante en el contraste entre la pasividad de cada una de aquellas ranas y el estruendo aterrador de cientos, miles de anfibios, al caer la tarde, cada tarde.
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jueves, noviembre 24, 2005

A veces, a alguien se le ocurren ideas que de puro evidentes no se explica uno cómo no se hicieron antes. Los
cuentos en favor de la familia, de
A fortiori son una de esas.
Cuentos normales donde salen familias normales, es decir, las que no salen normalmente en los cuentos (ni en las pelis): con un solo padre, con dos madres, con niños de colores distintos que sus padres, en fin, ya saben, la hermosa diversidad de la vida real. Y no se crean que esas familias están preocupadas por ser normales. Qué va, al contrario, les pasan cosas normales: sueñan, van al parque de atracciones, se hacen heridas y aprenden. Como la gente normal.
Lo único anormal es que muchos de los autores los ha encontrado la editora por el mundo de las bitácoras. Entre ello, mi admirada
Carmen Gusanillo, a quien
Uno que pasaba tradujo al catalán. O el mismísimo
Dios. Para mí que la editora tiene también la suya.
La colección
se presenta en Madrid este sábado. Yo tengo intención de ir.
Día: Sábado 26
Hora: 19.00
Lugar: Librería Berkana Hortaleza 64
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miércoles, noviembre 23, 2005


A veces, cuando veo debates tan animados como el que se ha montado ahí abajo...
Echo una barbaridad en falta el tener una
webcam.
Y una piscina de barro.
¡Si Tito Livio levantara la cabeza!
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lunes, noviembre 21, 2005
Charlaba el otro día con aquel hombre sobre el franquismo. Me decía, levemente indignado, que la versión canónica en el día exagera la represión. Que la posguerra fue muy dura, pues la guerra civil lo había sido (eso decía), pero que ya en los sesenta se podía hablar, leer, y hasta organizarse con relativa libertad, y que no se pasaba tan mal. Lo decía alguien que había comparecido ante el
TOP, tenido gentes alojadas en casa en noches inciertas, dos hermanos en la cárcel y otro privado de pasaporte, y anduvo firmando trabajos con nombre prestado porque figuraba en una de aquellas listas negras. Eso lo recordaba yo, pero no lo mencioné. Hace tiempo que adopté por costumbre no discutir con aquel hombre.
Me vino a la cabeza, en cambio, algo que había leido hacía poco. Lo escribía en un libro publicado en 1961 un médico rural claramente "afecto al régimen", de un
pueblo de Extremadura. Allí, contaba, en los entierros
"desde que terminó la guerra de liberación hasta ha pocos meses, los hombres despedían al difunto pasando delante del féretro al mismo tiempo que hacían el saludo falangista, costumbre que ha perdurado veintidos años; hoy se ha vuelto a la tradición, se despide el cadáver con una ligera inclinación y se da el pésame a los dolientes, que se situan a la izquierda".
De eso me acordé, pero tampoco se lo dije.
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jueves, noviembre 17, 2005

-- Mamá ¿tú eres virgen?
--¿Como dices, hija?
-- Que si eres virgen.
-- (...) Manolo, ¿la niña ha estado viendo otra vez los
anuncios?
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martes, noviembre 15, 2005

Cientos de miles de ciudadanos vuelven a tomar hoy la calle contra otra ley del Gobierno ( Diario
ABC)
Cientos de miles de personas marchan en Madrid contra la reforma educativa (Diario
El País)
© foto: Antonio Heredia
La principal diferencia no está, sin embargo, en las palabras.
Post-post: Hay
premio.
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domingo, noviembre 13, 2005

Le pedí que el día que dejara de quererme fuera yo el segundo en saberlo.
No lo dudó un instante.
Aún hoy le guardo rencor por ello.
© foto: Marisa Taddia
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miércoles, noviembre 09, 2005
cuando quieren decir amor?

Miguel Piferrer se aficionó al cibersexo anónimo, en privados de colores chillones de salas de charla de nombres inverosímiles. Conoció e intercambió tocamientos con garotas brasileñas que en realidad eran prejubiladas de Telefónica, al compás de metáforas gastadas -- melones, pistolas, leche-- , verbos de acción trepidante --trepar, bucear, horadar-- y onomatopeyas impronunciables. Adoptó el papel del dominador y el de la esclava, bajo los siete velos de una Sherezade velluda; compartió fantasías de violencia electrónica; se sometió a lluvias de megapíxeles dorados; propinó besos de colores hasta quedarse del todo sin adjetivos. Robó ratos al sueño en busca de parejas de camioneras y tríos de ases del volante; polvos de fantasía cada vez más frecuentes, cada vez más tórridos, cada vez más anónimos, cada vez más lejos de la fase REM y más cerca del inconsciente puro.
Y tras cada nuevo encuentro inexistente, tras cada eyaculación al sol, tras cada despedida clandestina, Miguel Piferrer sentía cómo se agrandaba su soledad, cómo mermaba el deseo y cómo crecía el hambre que le lanzó por primera vez en busca del
sexo anónimo .
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sábado, noviembre 05, 2005
Cárcel,
prisión,
talego, presidio, celda,
trena, mazmorra,
calabozo, correccional,
maco, chirona.
Campo de concentración,
gulag.
Entre rejas, a la sombra.
Tantas palabras para encerrar. Tan pocas --sin ir más lejos-- para nombrar el placer del sexo.
Se diría que es a esto a lo que nos hemos dedicado los humanos en estos últimos 8.000 años. Y sin embargo el encierro es un invento reciente: antes era la venganza, el Talión o la muerte. Progresamos.
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martes, noviembre 01, 2005
Si el Everest --ahí es nada, el Techo del Mundo, el
Manute Bol de los montes--
ha perdido en treinta años tres metros y pico : ¿debería preocuparme yo por un par de míseros centímetros?
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