Vocales
Las mujeres de mi vida siempre han tenido As; al menos una A a rastras. La primera a la que besé, tenías dos As y una O. La que amé por vez primera, una A y una E. La que me abandonó era de dos As y una I. Me casé con una A y una I. Luego tuve una amante con dos Is y una A. Pero las que de verdad me volvieron loco presentaban una elevada densidad de As; sólo As; dos sobre cinco letras la que me rompió el corazón de adolescente; dos As peladas con una única consonante la que me lo volvió a crujir de adulto.
Creo que nunca he querido a una mujer desnuda de As.
Tiemblo pensando en el día en que encuentre a una Ágata, una Amanda. O una Arantxa.
Etiquetas: Introspecciones
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