Por primera vez en años, anoche tuve una pesadilla. Buceaba en aguas claras y calmas, quizá una piscina, cuando trataba de emerger para respirar. Pero no podía. No es que me lo impidiera nada, simplemente parecía no ser capaz de salir a flote. Me faltaba el aire y sentía agarrada la angustia. La asfixia comenzaba a apretar cuando me desperté, alterado, con el corazón bombeando a toda pastilla.
La interpretación es tan evidente que ni siquiera asusta. Y sin embargo, mis sueños de angustia siempre han sido fugas o caidas al vacío. ¿Habré cambiado de guionista?
© foto: Henry Horenstein
Etiquetas: Introspecciones, Sentimientos
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