Jóvenes amistades
Cuando uno dice que tiene una vieja amiga, ese adjetivo califica a la amistad, no a la persona. Así que supongo que debería hablar de ella como una joven amiga, sin que deba suponerse por ello que aún está por cumplir los veinticinco.
Confío en que no se ofenderá nadie si les digo que no creo en las amistades por internet. Al menos nadie que le haya plantado ya cara a alguna de las dos o tres cosas malas de la vida. Una vez ligué en un chat, y no fue mal la cosa. Tampoco muy bien.
Sé igualmente que entre quienes dejan comentarios a estas ocurrencias mías hay un puñado de personas estupendas. Con las que me río. De las que admiro muchas cosas -- la bondad, el ingenio, el saber, la elegancia, la alegría, la calidez o esa variante extraña de la sinceridad que corre por esto mondo-blog. De las que podría llegar a ser amigo, seguro. Lo sé porque leo lo que escriben. Y entre aquellos que no chistan hay también, me lo canta al oido mi intuición masculina, otro pequeño puñado de grandes personas humanas. Igual que entre aquellos a quienes leo y a veces les digo algo. Pero, como lo siento lo digo, no los considero amigos.
Con ella es distinto.
Sé que ha estado muy ocupada, pero también que un día de estos va a volver a pasarse por aquí. Así que he pensado darle la bienvenida con algunos regalos que creo que le gustarán: el chocolate que ilustra estas líneas, un combinado de ron, un libro que le tenía prometido y una canción. De Eva Cassidy, claro.
Etiquetas: Blogos, relaciones
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