Compromisos
Hace no mucho fui a ver una función de teatro en la que actúa una amiga. No me ha gustado gran cosa, la verdad, y siempre que me ocurre eso paso un mal trago. Me encanta ver material inédito, pero cada vez que me pasan un borrador para que lo lea, cruzo los dedos rogando que me guste. Igual que las raras veces que me invitan al estreno de un corto, o a una exposición. Como no me relaciono con profesionales de los mundillos creativos, mis amigos suele ser aficionados que dan sus primeros pasos con algunos años encima, con más ilusión y trabajo que fuerza y frescura genuinos.
La mayoría de las veces me las apaño para encontrar algo agradable que decir, aunque mi opinión del conjunto no sea muy favorable. No creo demasiado en la franqueza: una opinión sincera es en estos casos lo último que se pide. Lo cierto es que, tratándose de amigos --de lo contrario, no tengo el menor empacho en mentir descaradamente--, y si me preguntan más allá de un vago "¿qué tal?", acaba escapándoseme algo. Lo cual, me temo, es otra de esas confianzas que más que cimentar los sentimientos de amistad los ponen a prueba.
La mayoría de las veces me las apaño para encontrar algo agradable que decir, aunque mi opinión del conjunto no sea muy favorable. No creo demasiado en la franqueza: una opinión sincera es en estos casos lo último que se pide. Lo cierto es que, tratándose de amigos --de lo contrario, no tengo el menor empacho en mentir descaradamente--, y si me preguntan más allá de un vago "¿qué tal?", acaba escapándoseme algo. Lo cual, me temo, es otra de esas confianzas que más que cimentar los sentimientos de amistad los ponen a prueba.
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