sábado, mayo 28, 2005

Hacía tiempo que acariciaba
aquella idea. Tanto, que más que acariciarla diríase que la manoseaba.
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lunes, mayo 23, 2005

Siguiendo los consejos de
nuestra mujer en Bilbao, buceo en la red en busca de buenos alimentos. Aunque me pierden los pecados de la carne, y en mis sueños aún evoco --en la boca misma del sueño-- los aromas de unos tacos de buey a la brasa con su punto de sal marina disfrutados hace más de veinte años, eso no me impide reconocer las insospechadas posibilidades de la
dieta vegetariana.
Salud, cultura, democracia y buenos alimentos tengan ustedes.
Post-post: La
Fuerza viene en nuestro auxilio. No se pierdan a Chewbacca-Broccoli y a Dark-Tato.
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sábado, mayo 21, 2005
Curioseando encontré
esta lista de las letras más elegantes del 2004. A diferencia de la de las mujeres peor vestidas y la de las personas más
asquerosamente ricas del planeta, es poco probable que las tipografías de
Christian el Negro salten a los telediarios.
Pero nadie aficionado al negro sobre blanco --ni siquiera un profano semiiletrado como yo mismo-- dejará pasar por alto la belleza , sólo levemente juguetona, de los trazos de esa
Farnham en la que alguien dejó escrito "vecino bohemio".
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miércoles, mayo 18, 2005

El transplante la dejó amarrada a los inmunodepresores de por vida y una hendidura visible en el esternón, como si se hubiera persignado con un escalpelo.
De las otras secuelas sólo comenzó a percatarse cuando se vio desatender, contra su costumbre, las quejas continuas de su amiga Nuria, que tanto la azoraban antes. Cayó en la cuenta también de que apenas si lloraba ya en las películas, ni siquiera cuando el llanto de la protagonista apelaba a gritos a la compasión. Dejó de conmoverse con la desolación de su hija al caérsele a tierra la bola de fresa de un helado. No le temblaron las piernas cuando acompañó a su padre en el interminable funeral de su madre. Ni siquiera una lágrima vino en su auxilio cuando las convocó, urgida más por el decoro que por la tristeza.
Cayó entonces en la cuenta de que su donante era un desalmado.
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lunes, mayo 16, 2005
Me picó la curiosidad --que es el más agudo y persistente de los picores que me aquejan-- y me pregunté si habría alguna regularidad en la circulación de monedas ahora que compartimos espacio euro. Así que aprovechando un plan de ahorro doméstico empezamos a guardar en una hucha de barro todas las monedas de uno y dos euros que iban cayendo en nuestras manos. Mi hipótesis era que ese procedimiento, casi azaroso, debía garantizar la calidad de la muestra. El pasado sábado procedimos a romper la alcancía, y este fue el resultado (descontando algunas con la efigie de Juan Carlos) de recontar 304 monedas de euro y 224 de dos euros.
Monedas 1 euro 2 euros total
% %
Francia 28,9 33,9 31,1
Portugal 25,0 14,7 20,6
Italia 15,5 10,3 13,3
Alemania 16,1 25,4 20,1
Bélgica 11,8 8,5 10,4
Holanda 1,3 3,6 2,3
Irlanda 1,3 3,6 2,3
Como era de prever, el peso mayor correspondió a nuestros vecinos, aunque con una ponderación clara --pero no proporcional-- a favor de la más potente de las dos economías. Con todo, hay algunos rasgos curiosos: el peso de Alemania es mayor en las monedas de dos euros que en las de uno (¿habrán acuñado sustancialmente más de las primeras?). La ausencia de muchos países de la zona euro se explica porque las primeras monedas de cada tipo quedaban retiradas para otra colección. Aún así, la presencia de otras no se explica sólo por su peso de nuestra balanza comercial ni por el tamaño relativo de las distintas economías. Llama la atención la concentración en cuatro o cinco países. No sé muy bien aún cómo interpretar los datos, así que no me atrevo a plantear una segunda hipótesis sobre el efecto diferencial de la introducción del euro en términos de inflación.
Por cierto ¿alguien se atreve a adivinar cuál es el destino de tamaño esfuerzo de ahorro? Es fácil, si lo piensan un poco.
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viernes, mayo 13, 2005

Confieso que tengo alma de impostor. Una vez casi convencí en una fiesta a una chica --funcionaria de los juzgados, por más señas-- de que era policía. Al amigo que me seguía el juego, lo que más le jodió es que ella dijera que él si tenía pinta de madero, pero yo... Otras veces --el vértigo de los disfraces-- me he hecho pasar por taxista, y hasta por profesor de economía. Incluso --ante un auditorio crédulo--, por vendedor de alfombras con tienda abierta en
Islamabad.
Pero no me refiero a esas imposturas.
Son las otras, más modestas pero más cotidianas: hacerse pasar por más listo de lo que uno es, dejar que otros nos crean mejor padre y marido más fiel, simularse seguidor de un deporte que nos importa un rábano, envolver en firmeza unas convicciones horadadas de dudas, no aclarar que en realidad nunca leimos aquel libro ni sabemos cabalmente de qué nos están hablando. A veces, en horas bajas, me sentí un impostor que había usurpado méritos y saberes que nunca me pertenecieron, y de rebote una vida a la que no tenía derecho.
Por eso no me sorprenden tanto las imposturas de este
Enric Marco. O las de
Bruno Bettelheim. Prefiero creer que tal vez empezaron con un breve silencio para no desengañar a un ser querido. Luego tal vez la ocasión de un pequeño beneficio inocente, quizás una conquista, un trabajo necesario para comer. La bola después se agranda y el impostor llega incluso a olvidar que lo es. Me atrevería a decir, incluso, que muchas de estas imposturas nos hacen mejores, pues nos obligan a estar a la altura de nuestras mentiras. A una altura a la que quizá de otro modo nunca llegaríamos.
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miércoles, mayo 11, 2005

En esta recta final de la Liga, el catálogo de lugares comunes salta a la palestra a mostrarse en todo su esplendor, lo que no deja de ser un espectáculo dantesco.
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lunes, mayo 09, 2005

Ya imagino ques es un tema
muy serio. Creedme si os digo que mi simpatía por los que la sufren ha aumentado mucho con los escozores en carne propia de estas últimas primaveras.
Pero lo confieso.
Encuentro por la calle un folleto de la Asociación Española de
Alérgicos al Látex, y lo primero que se me viene a la cabeza es lo
de siempre. Ya sabes, lo
único.
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sábado, mayo 07, 2005

Hay algo conmovedor en ver a una mujer maquillar a otra. La que se deja hacer, más inexperta, desvalida, cierra los ojos y deja hacer. Sonríe, aunque es la que mueve el algodón o empuña el perfilador la que manda. Hasta manda callar, si llega el caso.
Luego, la magia del momento de abrir los ojos y buscarse en el espejo debajo de esa cara que es y no es la suya.
No pude dejar de preguntarme ¿para quién?
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jueves, mayo 05, 2005

Encontré este fragmento, escrito con primorosa caligrafía antigua, femenina, a pluma, sobre un papel cuadriculado en el fondo de un cajón de una vieja cómoda:
¿Por qué se fueron tan deprisa las horas y tan lejos, tan lejos que no alcanzo a verlas? Desapareciste en una vuelta del camino y nunca más te vi nuevamente como entonces. Sí te vi muchas veces, pero ya no eras tú mismo, o al menos no podían verte así mis ojos. ¿Por qué?
Una pregunta para cada historia.
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