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El misterio del cobrador de tranvía



      En uno de los portales de la plaza de Tetuán de Barcelona,  haciendo chaflán sobre Bailén, un arco cierra y corona el portal de un edificio cuyo estilo no me atrevería a definir,  aunque se intuyen resabios modernistas. Lo que me llamó la atención, sin embargo, es este personaje que asoma desde una de las ménsulas que sostiene el arco, apenas un metro sobre la cabeza de los viandantes.
     No es habitual este tipo de figuras, salientes y de busto entero, y menos en pose de saludar al espectador. Al otro lado del arco, para acentuar el contraste, una especie de pato o tal vez pelícano con el pico superior roto. Para colmo, no es una figura heroica ni de corte clásico, un émulo de Alejandro, una gorgona flamígera o un simpàtico dragón. Más bien parece --patilludo, con gafas y emergiendo de un lecho de flores--un honrado cobrador de tranvía.


   Siempre hay un misterio a la vuelta de la esquina.  Basta tener los ojos abiertos. Lástima  no haber tenido tiempo de indagar más.

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