Jamal Zougam
Un alarmante reportaje en El Mundo cuenta la historia de los cinco primeros detenidos tras el Once de Marzo: cuatro de ellos fueron liberados unas semanas (sic): dos ciudadanos indios en abril, y dos marroquíes en junio, sin cargos. Se les acusaba de haber vendido los teléfonos y las tarjetas que sirvieron --supuestamente-- para activar las bombas. Claro que --caso de que lo hicieran, que no está claro-- vender teléfonos o tarjetas (o furgonetas, periódicos o mapas de Madrid), no es delito, se usen para lo que se usen.
El quinto era Jamal Zougam, un marroquí de 32 años al que según parece la policía tenía fichado desde antiguo. Era, por así decirlo, un sospechoso habitual. Sin embargo, se le imputa de nuevo como propietario de un locutorio donde se habrían vendido una tarjeta para móvil a los terroristas. Ademas de eso, es reconocido en el lugar de los atentados por tres testigos.
Aquí viene lo estremecedor. Según revela El Mundo -- y afirma haber manejado el sumario, parte del cual hace meses que ya no es secreto-- el reconocimiento de Zugam en tres ruedas distintas es la prueba principal que pesa contra él. Pero de esos tres reconocimientos, dos eran incompatibles (le ubicaban a la vez en dos sitios distintos), pero en lugar de descartar ambos --como mandaría la lógica-- la polícía optó por prescindir sólo de aquel que era incompatible con los otros dos restantes: así, le quedaban en pie dos reconocimientos, en vez de uno sólo. Ah, y un trozo de carcasa de plástico de un movil, que, como dijo alguno, era como los garbanzos de Pulgarcito. Las condiciones en que se realizaron las ruedas tampoco fueron, a lo que parece, suficientemente rigurosas. En una de ellas, según parece, Zougam era el único con trazas de "moro".
Cuando comento esta lectura con unos amigos, todos me insisten en la falta de credibilidad del medio en el que lo leí. Intoxican, me dicen. Es verdad que de vez en cuando vuelven a insistir en la complicidad de ETA en los atentados. Pero son afirmaciones graves, y comprobables y no encuentro mentís oficiales por ninguna parte. Así pues hay que imaginar que, si Zougam es la única persona que será juzgada como autor material de los atentados, el juez debe de tener alguna prueba más, que conste en las partes no publicadas del sumario.
Sin embargo, me da que pensar que Zougam no desapareciera de su domicilio --como sí hicieron los terroristas muertos en Leganés--, pese a saberse más que fichado, y que fuera arrestado el el locutorio de la calle Tribulete.
En general, me inclino a pensar que la gente --y más en materias graves-- hace bien su trabajo, y que ningún juez imputaría a nadie de delitos tan graves sobre la base de indicios tan endebles. Pero la experiencia y algunos amigos en el foro me dicen que no me asombre de según que cosas.
Así que, la verdad, me inquieta mucho que se procese a la gente sin las debidas garantías. Sean o no inocentes. Los defienda o no El Mundo.
El quinto era Jamal Zougam, un marroquí de 32 años al que según parece la policía tenía fichado desde antiguo. Era, por así decirlo, un sospechoso habitual. Sin embargo, se le imputa de nuevo como propietario de un locutorio donde se habrían vendido una tarjeta para móvil a los terroristas. Ademas de eso, es reconocido en el lugar de los atentados por tres testigos.
Aquí viene lo estremecedor. Según revela El Mundo -- y afirma haber manejado el sumario, parte del cual hace meses que ya no es secreto-- el reconocimiento de Zugam en tres ruedas distintas es la prueba principal que pesa contra él. Pero de esos tres reconocimientos, dos eran incompatibles (le ubicaban a la vez en dos sitios distintos), pero en lugar de descartar ambos --como mandaría la lógica-- la polícía optó por prescindir sólo de aquel que era incompatible con los otros dos restantes: así, le quedaban en pie dos reconocimientos, en vez de uno sólo. Ah, y un trozo de carcasa de plástico de un movil, que, como dijo alguno, era como los garbanzos de Pulgarcito. Las condiciones en que se realizaron las ruedas tampoco fueron, a lo que parece, suficientemente rigurosas. En una de ellas, según parece, Zougam era el único con trazas de "moro".
Cuando comento esta lectura con unos amigos, todos me insisten en la falta de credibilidad del medio en el que lo leí. Intoxican, me dicen. Es verdad que de vez en cuando vuelven a insistir en la complicidad de ETA en los atentados. Pero son afirmaciones graves, y comprobables y no encuentro mentís oficiales por ninguna parte. Así pues hay que imaginar que, si Zougam es la única persona que será juzgada como autor material de los atentados, el juez debe de tener alguna prueba más, que conste en las partes no publicadas del sumario.
Sin embargo, me da que pensar que Zougam no desapareciera de su domicilio --como sí hicieron los terroristas muertos en Leganés--, pese a saberse más que fichado, y que fuera arrestado el el locutorio de la calle Tribulete.
En general, me inclino a pensar que la gente --y más en materias graves-- hace bien su trabajo, y que ningún juez imputaría a nadie de delitos tan graves sobre la base de indicios tan endebles. Pero la experiencia y algunos amigos en el foro me dicen que no me asombre de según que cosas.
Así que, la verdad, me inquieta mucho que se procese a la gente sin las debidas garantías. Sean o no inocentes. Los defienda o no El Mundo.
Etiquetas: Políticas
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Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Faf a las 9:35 p. m.Responde