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Chandleriana

     Un viejo amigo tiene la muy gentil costumbre de regalarme alguna vez al año ejemplares de los libros que le mandan las editoriales con las que trabaja. La costumbre es doblemente gentil, porque imagino que sospecha que su cortesía alimenta mi propensión al ahorro, y la verdad es que el sector no está para ahorrarse ni un sólo comprador.   
 Pero de cómo superé mi adicción a la compra de libros les hablaré en otra ocasión.
   Ahora les hablaba de lo mucho que me sigue gustando leer en papel. Tanto, que me sigo agarrando a diversas excusas para no comprar aun uno de esos libros electrónicos. De hecho, me empiezo a acercar a esa edad en que uno se siente más tentado por la mesa de reediciones que por la nde ovedades. Por la relectura que por la exploración.    
    Así que me agarro esta bonita edición de Adiós, muñeca, con una potente traducción de J.L. López Muñoz, y me la zampo en un par de días. Porque describe a tipos como éstos, y lo hace así.

 Moose Malloy : “Llevaba el sombrero de fieltro típico de un gangster, una chaqueta gris de sport con bolas de golf en miniatura a modode botones, una camisa marrón, una corbata amarilla, pantalones grises de franela con la raya muy marcada y zapatos de cocodrilo con las punteras de color blanco. Del bolsillo del pecho le caía una pañuelo que hacía juego con el amarillo brillante de la corbata. También llevaba dos plumas de colores metidas en la banda del sombrero, pero hay que reconocer que no las necesitaba. Incluso en Central Avenue, que no es la calle más discreta del mundo en materia de vestimenta, pasaría tan inadvertido como una tarántula en un trozo de bizcocho.” (10)  

Anne Riordan : “La señorita Riordan tenía unos veintiocho años y una frente estrecha, más alta de lo que se considera elegante. La nariz era pequeña e inquisitiva, el labio superior un poco demasiado largo y la boca más que un poco demasiado ancha. Los ojos, de color gris azul, con reflejos de oro. Su sonrisa resultaba muy agradable. Tenía aspecto de haber dormido bien. Una cara simpática, una de esas caras que caen bien. Bonita, pero no tanto como para tener que ponerse nudillera de metal cada vez que se saliera con ella. ” (105)  

Second Planting:“Tenía la cara grande y plana y una carnosa nariz aguileña que parecía tan dura como la proa de un crucero. Ojos sin párpados, mofletes caidos, hombros de herrero y las piernas cortas y en apariencia torpes de un chimpancé. Más adelante descubrí que sólo eran cortas.” (167)
© foto:

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3 opinan

  • Lo de ojos sin párpados me llegó al alma. ¡Qué horror reptiliano!

    Blogger Peke a las 9:58 p. m.       
  • O retiliano, que dirían en tu tierra. ;)

    Blogger MH a las 8:54 p. m.       
  • Amo a Raymond Chandler (y a Dashiel Hammet), creo que me leí todas las novelas de bruguera en un verano adolescente. Como soy de esa gentuza que relee, estoy deseando que pase el tiempo suficiente para releerlas (aunque alguna, que otra ya ha vuelto a caer)... en papel, claro, ya amarillo y quebradizo.

    Anonymous Pola a las 8:33 p. m.       

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