Iconos (2): Ella
Meses después por fin la encontré. Esa vez estaba la pareja, al completo: como lo recordaba, en esencia: los signos de la feminidad, pero no eran un abanico, ni un lazo, sino algo quizá más gracioso, un pintalabios. Lo que en terminología viejuna ya entonces se llamaba coloquialmente un "chori".
Estaba en un bar que en tiempos frecuenté casi a diario, y al que entré de casualidad hace unas semanas. Allí, esperándome.
Recordándome cómo la memoria juega con nosotros al escondite.
© foto: Eme Hache
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