Potencias del alma (III): voluntad
Una vieja frase de Antonio Gramsci solía caracterizar a los comunistas como paladines del pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad.
El voluntarismo era una marca de fábrica del leninismo bolchevique ( del bochevismo leninista, no sé que va antes). Luego Stalin se rencargó de reducirlo al absurdo. O a la barbarie, para ser más precisos.
Con todo, cualquiera que lea Koba el Temible, de Martin Amis, se dará cuenta de que no se puede culpar a Stalin y exculpar a Lenin. Pero a mi lo que de verdad me da coraje es el optimismo de tantas buenas gentes --conocí a muchas-- que, convencidas de que había llegado la hora de hacer un mundo más justo, se vieron convertidas en cómplices de semejante banda de asesinos. Pagaron muy cara su lucha y ahora deben purgar una vergüenza de la que apenas son responsables.
A veces no sé si lamento más el haber nacido a tiempo para despertar al pesimismo o demasiado tarde para compartir el optimismo.
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