jueves, noviembre 30, 2006
Llegar

De pequeños, supongo que muchos imaginábamos que llegaría lejos.
Pero sólo él soñó que llegaría tan alto.
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![]() © foto: Oskar Grillo (2006) ![]() | 1. El respeto al interlocutor viene en la versión básica, no es un extra. 2. Si encuentra algo que parece una sutileza, desconfíe: aquí la transparencia es norma y el WYSIWYG nuestro primer mandamiento. 3. En la duda, el humor se nos supone, como el valor al soldado. 4. Si está en desacuerdo con lo que lee, no dude en decirlo. Si simplemente no le gusta, lo mismo. Pero antes párese a pensar ¿tiene argumentos? 5. Al dueño del garito le gusta tanto que le doren la píldora que su terapeuta se lo tiene estrictamente prohibido. Así que absténganse de peloteos y buenrollismos. 6. Las imágenes e ideas se acreditan siempre que tengan autor conocido y persona física. 7. A veces hay regalos escondidos, pero la oferta de camisetas está cerrada. 8. Sólo hay una cosa que no debe criticarse nunca: la lista de enlaces. Encierra lógicas quizá obscuras, pero implacables. 9. No se censurarán comentarios, salvo incumplimientos graves de las normas Uno, Cinco y Ocho. 10. Siéntase como en su casa, pero recuerde que está en la mía. Gracias por venir. Adicional 1: No se siguen memes. (Nunca ha habido que explicitarlas, pero vienen rigiendo desde hace tiempo). |
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El buque de Edward England disponía de 26 cañones fijos y 4 móviles, y en 1718 "llevaba a bordo cerca de 130 hombres blancos, y otros 50 entre españoles, negros e indios".Etiquetas: Culturas

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Cuentan que don Benito Pérez Galdós --uno de nuestros mayores escritores vivos y una de las más nobles imágenes en un billete de mil pesetas-- topó mientras andaba embarcado en la preparación de la tercera serie de los Episodios Nacionales con uno de los descendientes de un lugarteniente, ayuda de cámara o secretario del caudillo carlista Zumalacárregui. Sabedor de que don Benito preparaba un episodio dedicado al temible don Tomás, el heredero se ufanó de ofrecer al famoso escritor cierta documentación que podría serle de utilidad. Concertaron un encuentro, y condujo a Galdós hasta su casa, una de cuyas estancias alojaba un armario de buen tamaño. Lo abrió y mostró su contenido: legajos y expedientes, correspondencia suelta y en atados, libros de órdenes, partes de guerra, en fin, todos los papeles de Zumalacárregui, abarrotando las baldas y custodiados como el precioso tesoro que eran.Etiquetas: Culturas

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