¿Buenos tiempos?
Malos tiempos para la lírica
Ya sé que sólo agrada
quien es feliz. Su voz
se escucha con gusto. Es hermoso su rostro.
El árbol deforme del patio
denuncia el terreno malo, pero
la gente que pasa le llama deforme
con razón.
(...)
En mí combaten
el entusiasmo por el manzano en flor
y el horror por los discursos del pintor de brocha gorda.
Pero sólo esto último
me impulsa a escribir.
Ésto, seguro que lo sabes, es un viejo poema de Bertolt Brecht, un pajarraco que vuelve de vez en cuando por aquí, supongo que porque lo leí en esa edad en que los versos se te graban a fuego. Porque encajaba, me temo, con lo más parecido a una sensibilidad que he tenido nunca. El caso es que no parecen tiempos para sonreír; y no, no lo digo porque planee sobre nosotros la amenaza de la segunda entrega de El Debate. Ni porque si viene la crisis va a haber dos o tres cosas que se van a poner muy feas. No, ya sabes que soy un optimista inveterado. Pero ¿sabes? esta mañana, camino del laburo, los mínimos brotes que despuntan verdes en las ramas filosas de las acacias renegridas y el manto florido recién estrenado sobre los almendros me han recordado que la primavera llegará, más temprano que tarde. Y me han alegrado el día. Así que, hoy por hoy, dejaré en paz a los aprendices de la brocha gorda y me pintaré con rotring una sonrisa de oreja a oreja.
© foto: Emily's Mind
Etiquetas: A nuestro alrededor, Culturas, Introspecciones
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